El corazón no se rompe, no cruje, no se agrieta. No se desarma, no se deshace, ni se arrastra por el suelo. El corazón simplemente se queda solo, inmóvil y callado. Y no hay mayor desconsuelo que un corazón callado. Luis Samyn nos sumerge, con sus palabras, en las partes más oscuras y más luminosas del amor en un mismo viaje. Nos sugiere que el sufrimiento y la pasión muchas veces transitan los mismos laberintos y terminan o empiezan en los mismos ojos.En las páginas de El corazón no se rompe conviven rígidos poemas y desestructuradas prosas que se complementan con un solo objetivo: Desarmarnos por completo.