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A partir de 1880 el panorama social de la Argentina adquirió mayor complejidad, con la llegada de miles de inmigrantes de origen europeo, interesados en incorporarse a un mercado de trabajo que sabían en expansión a partir de las noticias de parientes y amigos ya establecidos. Al mismo tiempo, el estado y las asociaciones privadas invirtieron en obras de infraestructura que además de ocupar la fuerza de trabajo extranjera, hicieron que aquellos pueblos típicamente coloniales del litoral del país se dinamizaran, se modificaran estructuralmente y crecieran hasta convertirse en ciudades. Los…mehr

Produktbeschreibung
A partir de 1880 el panorama social de la Argentina adquirió mayor complejidad, con la llegada de miles de inmigrantes de origen europeo, interesados en incorporarse a un mercado de trabajo que sabían en expansión a partir de las noticias de parientes y amigos ya establecidos. Al mismo tiempo, el estado y las asociaciones privadas invirtieron en obras de infraestructura que además de ocupar la fuerza de trabajo extranjera, hicieron que aquellos pueblos típicamente coloniales del litoral del país se dinamizaran, se modificaran estructuralmente y crecieran hasta convertirse en ciudades. Los paisajes sociales cambiaron al ritmo de la transformación de los paisajes urbanos generando el crecimiento de ciudades como el caso de Mar del Plata. El crecimiento material de la ciudad balnearia propició un fenómeno común a otras ciudades argentinas y lo aceleró: el ascenso social que efectivamente alcanzaron los inmigrantes que decidieron quedarse, y la formación de pequeñas burguesías urbanas, asociadas a la figura del notable. En nuestro libro esta figura, estos "pequeños grandes señores", evoca a aquellos personajes que cumplieron funciones de servicio, desarrollaron actividades comerciales de cierta magnitud y desplegaron formas de intermediación social o económica al interior de la comunidad. Se trata de unas condiciones que, como esperamos mostrar, solían estar relacionadas con la propiedad del suelo urbano y cuyos sujetos sobresalían claramente –se notaban-, en un ámbito local donde los vínculos sociales se establecían cara a cara. El horizonte promisorio de expectativas que tuvieron estos inmigrantes de principios de siglo XX y las prácticas que ellos mismos se dieron para lograrlo dejó una marca definitiva en la cultura argentina, que todavía hoy se percibe y que es necesario analizar.