La literatura ha permitido formar una identidad en aquellos sujetos que han sido víctimas de dictaduras, con una atmósfera asfixiante, con miedo y violencia, donde los regímenes dictatoriales han llegado a apoderarse de la vida de los individuos, interviniendo en las esferas más íntimas de los sentimientos humanos. A través de relatos (que intentan tematizar la realidad social y política de un país bajo un régimen dictatorial), se va formando y moldeando una identidad colectiva, en otras palabras, una transmisión debida, a generaciones post-dictadura, es decir, enriquecidos en cuanto a experiencia comunicable. La literatura argentina sobre la dictadura pasó por cuatro etapas, etapas más lógicas que cronológicas, pues la ficción no sólo existe en la literatura, existe en cada uno de nosotros, en esas otras razones, experiencias que son la materia misma de la que estamos hechos. La escritura necesita de raíces más profundas.