Es en la ética y la política de Aristóteles como referentes filosóficos fundamentales, desde donde se deben dar las bases, como pensamiento histórico y de actualidad, para la reflexión ético-política como sentido de gobernabilidad en la administración pública, y especialmente en las acciones del Alcalde como cabeza visible de una comunidad. Esta aproximación ético-moral, involucra el ejercicio de gobernar del Alcalde, persona que funge como funcionario público, que vive una cotidianidad similar a la de miles de ciudadanos, que le han elegido. Es así como para esta reflexión, la relación de la ética con la política es fundamental, porque los alcaldes pueden considerarse como una expresión de lo que deontológicamente podría significar el buen o mal gobierno. La ética, unida con la política, sienta las bases en favor de la transparencia y el papel de lo deontológico, en lo público de la democracia. Esta interesante relación se articula desde el significado filosófico de la ética, con la práctica del quehacer político y las nuevas significaciones entre estas.