El bagaje emocional del individuo se conforma durante la infancia en la relación afectiva con los padres. Ellos son los primeros en ir poniendo nombre a una realidad aún por descubrir y de igual forma son los primeros en identificar y señalar las emociones de sus hijos al mismo tiempo que marcan, a veces sin saberlo, la actitud que van a adoptar ante las mismas: las van a ignorar, rechazar, sufrir pasivamente, las van a gozar o las van a emplear para el conocimiento del mundo y de sí mismos, a la vez que se implican como agentes de su propia trayectoria vital. De ello también dependerá la salud mental y la deriva patológica hacia estados de fobia, evitación, ansiedad, manías impulsividad, timidez., inestabilidad o desequilibrio y el preocupante problema de la mentira en los niños.