La Pompadour no fue buena ni mala per se. Reunió a muchas dotes admirables algunos capitales defectos. El fracaso de su política internacional probablemente dependió de que los antagonistas de Francia eran el inteligente Pitt, en Inglaterra y Federico el Grande, en Prusia. Y si las dilapidaciones de la favorita se cifraron en sumas elevadas, a ellas, en contrapartida, se deben realizaciones artísticas e intelectuales que sin la Pompadour no hubieran existido.
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