En los últimos dos siglos, el concepto de ancianidad, y consecuentemente, el lugar que ocupa en la sociedad, ha rotado. En el siglo XIX y principios del XX, la exclusión resultaba lo más adecuado, para la sociedad, ya que se reemplazaba la fuerza de trabajo, y para el viejo, al ser destinatario de un descanso merecido lejos de las preocupaciones de la vida cotidiana. Se produjeron instituciones jurídicas de aislamiento tales como la jubilación y los asilos. Mas a fines del siglo XX y principios del XXI, la inclusión es lo más adecuado, para la sociedad -existe un grave problema en el mantenimiento económico de la población inactiva en la producción de bienes y servicios- y para los ancianos -ya que repercute en una mayor calidad de vida al envejecer. En las recomendaciones internacionales encontramos las instituciones de la preparación para la jubilación y la organización de un sistema integral de cuidados, las cuales redimensionan las anteriores. La jubilación y los asilos (hoy,residencias para ancianos) ahora son conformadas como partes de todo un sistema más flexible y saludable de reacomodación del lugar de la persona mayor en la sociedad.