Una de las expresiones más perversas de la colonialidad, ha sido erigir la razón como el único atributo de la constitución de lo humano, al definir al hombre como ser racional , se nos construye como seres fragmentados, por ello nos secuestraron el corazón y los afectos, se nos despoja de nuestras emociones, sensibilidades, de espiritualidad y de ternura, para hacer más viable la dominación de la totalidad de la vida. Hoy sabemos como nos enseña la sabiduría Secoya, que también somos estrellas con corazón y con conciencia, que existimos, no solo porque pensamos, sino porque sentimos, porque tenemos capacidad de amar, de CORAZONAR;. Corazonar constituye por tanto, una respuesta espiritual política insurgente, a un modelo civilizatorio que prioriza el capital sobre la vida; a fin de hacer posible la decolonización del poder, del saber y del ser, que nos permita construir desde la sabiduría del corazón, un horizonte otro de existencia