La economía chilena en general y el sector agrícola en particular, han mantenido un proceso constante de modernización y progreso desde la década de los 80, lo que se ha ido materializando en una exitosa diversificación de nuestra agricultura, así como en la inserción y posicionamiento de sus productos en los mercados internacionales (ODEPA, 2012 a). Nuestro país -un pequeño territorio en el hemisferio sur, alejado de los principales circuitos económicos mundiales ha ido construyendo una sociedad de creciente estabilidad social y política, obteniendo reconocimiento por la calidad de los productos y servicios que ofrecemos al mundo, y por la seriedad de nuestro sector empresarial productivo y exportador (ODEPA, 2012 a). Es así como, desde la instauración del modelo de libre mercado y el regreso de la tan preciada Democracia (comienzo de la década de los '90), Chile ha potencializado su política exterior de conseguir estratégicamente acuerdos y tratados comerciales con distintos países del mundo aprovechando la apertura económica, social y cultural que estos acuerdos generan.