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¿Por qué no? ¡Cuánto peligro encerrado en una pregunta, en apariencia, tan trivial e inocente! ¿Por qué no podría un globero convertirse en triatleta de acero? El protagonista, un aspirante a triatleta en plena catarsis interior, globero empedernido en cuerpo y alma, y sin aparente solución, se enfrenta, sin perder el norte, la honra y el sentido del humor, a sus miedos y limitaciones en una interminable sucesión de hilarantes aventuras y desventuras librando cuantos obstáculos, retos y piedras (muchas de ellas literales en lo físico) se encuentra en el camino iniciado. Siguiendo unas…mehr

Produktbeschreibung
¿Por qué no? ¡Cuánto peligro encerrado en una pregunta, en apariencia, tan trivial e inocente! ¿Por qué no podría un globero convertirse en triatleta de acero? El protagonista, un aspirante a triatleta en plena catarsis interior, globero empedernido en cuerpo y alma, y sin aparente solución, se enfrenta, sin perder el norte, la honra y el sentido del humor, a sus miedos y limitaciones en una interminable sucesión de hilarantes aventuras y desventuras librando cuantos obstáculos, retos y piedras (muchas de ellas literales en lo físico) se encuentra en el camino iniciado. Siguiendo unas enseñanzas ratoniles y los designios de su entrenador –el único que pone cordura en esta alocada lucha metamórfica que sufre el esforzado aspirante-, se propone alcanzar la mayor de las gestas triatléticas: forjarse una coraza de acero y saborear la dulce miel de completar un Iron Man. Una historia deportiva, pero también de superación y crecimiento personal, atiborrada de kilos de ironía. Considerarse capaz, ¡he ahí la terapia primordial para sacar todo lo que esconden las voluntades! Adelante. Mirar para atrás no es una opción pues, además de provocar tortícolis, te impide ver lo que tienes delante. Ríete de ti mismo si hace falta, pero no permitas que la vergüenza o los temores adocenados que anquilosan tu instinto de supervivencia te incapaciten para luchar a brazo partido por tus sueños y tus anhelos. Ya se sabe que la fe mueve montañas –aunque las mueva mejor una retroexcavadora-, porque como dijo Gandhi: "La fuerza no viene de una capacidad física, sino de una voluntad indomable". Consejo de maridaje: a ser posible, léase esta "historia de un IM-posible" con el ánimo dispuesto a la sonrisa y una buena cerveza fría a mano.
Autorenporträt
José Carlos Pérez López (Murcia, 1970). Pseudónimo legal con el que fue inscrito en el mundo este ebanista de palabras, máster en ingeniería perifrástica y adicto a la adjetivación por la gracia barroca de Francisco de Quevedo. Bautizado en el rito triatlético como "Xarli" más allá de la treintena, al publicar la historia de este IM-posible cumple un sueño que lo tenía desvelado espiritualmente desde la tierna infancia. El otro sueño, ganar el oro olímpico, lo aplaza para otra vida en la que entrene con mayor ahínco. Mientras aguarda con pueril zozobra la valoración (cuando no algún palo) del avezado lector que se adentre en la maraña literaria pergeñada, a caballo entre lo deportivo y la superación personal, seguirá enrolado en las filas de los estibadores de historias y palabras, y amenaza con volver a castigar a los cofrades de la asociación de amigos del lepisma con otras historias para que su Opera prima no sea hija única. Paco Urban Marín (Murcia, 1960). El "churro-mediamanga-mangotero", el pillao y el escondite fueron sus primeros deportes. Más adelante practicó otros: fútbol, rugby, balonmano o kárate hasta que terminó haciéndose corredor (de esos que hoy se llaman "runners"). Amigo por igual de los retos y de la cerveza, a pesar de no saber nadar y de no tener bicicleta, un día de ventolera le dio por apuntarse a un triatlón de larga distancia. Y lo que era un imposible, poco a poco, con tesón y constancia, fue convirtiéndolo en un IM-posible. Esa historia, aliñada con brochazos literarios, es la que tienes en las manos y aunque llegó a la meta en Alemania y se forjó una coraza de acero, siempre dice que, al igual que en la vida, en cualquier viaje el disfrute está más en el camino que en el simple hecho de llegar a cualquier destino. Si te topas con cualquiera de ellos en la calle, ¡convídalos a una cerveza con cascaruja! A cambio, hilvanarán gustosamente contigo unas palabras para que te las lleves cosidas al optimismo.