En este libro abundan las preguntas. Solo el maestro que pueda ver más allá de sus ojos y sienta con el corazón, comenzará a encontrar las respuestas. El desarrollo de un niño es sagrado; implica que su esencia sea nutrida con la mayor calidez que se pueda tener. Esa calidez viene de ese calor que traspasa, atraviesa la palabra. El niño se va conformando así, con el cariño que le recuerda el amor de su ser y no se pierde en banalidades que confunden su progreso. Se trata de permitirte ser un aprendiz de tus alumnos. ¿O lo sabes todo? También se trata de ser humilde contigo, ya que no tienes las respuestas, ni la tienen los libros. Tienes experiencias, no respuestas. Entonces, hoy empieza a cuestionarte más y abre tu corazón para aprender de los niños. Cambia el rol, no la función. La jerarquía existe, pero desde la sabiduría de la experiencia, no de los cargos generados por puntajes o exámenes. La importancia que tienes como maestro para los niños dentro del aula, no tiene cargos; ellos no lo ven. Ellos ven tu ser, tu alma, tu bondad, tu amor. Hablo por los maestros inquietos, autocríticos y despiertos, que buscan esperanza en la enseñanza - aprendizaje. En este libro, muestro que en el corazón está la respuesta, y que elegir la docencia es una manera de vivir. Te invito a abrir tu corazón.