A partir de 2009 varios países de Latinoamérica celebraron el Bicentenario de su independencia. A la Argentina le correspondió en 2010, y el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner hizo de este acontecimiento un dispositivo político cuyo efecto central fue la puesta en escena del amor a la Patria. La representación del pasado fue consumida como un espectáculo público que sirvió a la presidente para construir una proyección hacia el futuro y adherir al compromiso con el presente ante la asamblea de los ciudadanos en las calles de la ciudad.
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